La fascia o el tejido fascial es un tejido conectivo blanquecino que está en todo nuestro cuerpo. Justo debajo de la piel está la «fascia superficial». La «fascia profunda» cubre músculos, tendones y órganos; por tanto, nuestro cerebro también está protegido por este tejido.
«Casi no hay área en la que la fascia no desempeñe un papel esencial para nuestra salud, así, desde el punto de vista de la neurología, la fascia tiene un papel significativo en la percepción del cuerpo, la transmisión de la fuerza, la potencia del movimiento, la cicatrización de heridas, etc.»
Fisioterapeuta experto en Clínica Plussana
La fascia está formada entre otras cosas por los fibroblastos (las células del tejido conectivo) y las fibras de colágeno que éstos producen. Esa producción de colágeno puede tener un efecto curativo, de forma que cuando tenemos una herida, ayuda a que se cierre. Sin embargo, puede tener efectos perjudiciales, ya que se ha demostrado que en personas que pasan muchas horas sentadas o en malas posturas en su día a día y no lo compensan con ejercicio físico, la fascia produce tanto colágeno que llega a adherirse y disminuye la funcionalidad, a la vez que puede endurecerse tanto, que incluso oprima nervios y músculos, provocando dolor.
De esto se ha concluido que la fascia necesita estimulación regular mediante ejercicio y estiramientos para no ponerse rígida.
Aparte de la falta de ejercicio y las malas posturas, hay otros factores que influyen en que tengamos o no un tejido fascial sano, tales como el estrés emocional y la cantidad de agua que tomamos durante el día.

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