La punción seca es una innovadora técnica fisioterapéutica que utiliza agujas para tratar ciertas dolencias provocadas por PGM (Puntos Gatillos Miofasciales). A pesar de su similitud, es una técnica diferente a la acupuntura. Se define como una técnica invasiva porque las agujas penetran la piel y en la musculatura en busca del punto gatillo (causante del dolor miofascial) para presionarlo, desactivarlo y acabar con el dolor.
Los puntos gatillo son nódulos hipersensibles localizados en una banda tensa dentro del músculo esquelético y cuya estimulación, mediante palpación, compresión, contracción o estiramiento, produce dolor local y referido y, a veces, se acompaña de fenómenos autónomos referidos y alteración de la propiocepción (Simons et al., 1999). Pueden producirse por causas muy diversas, como movimientos repetitivos, mantener el músculo en posición acortada durante bastante tiempo, golpes, etc.
En cuanto a la metodología, las agujas se introducen hasta alcanzar el punto gatillo, por lo que el tamaño de la aguja va en función a la profundidad del músculo dónde este se encuentre, y posteriormente se estimula (introduciendo y extrayendo o haciéndola girar) hasta la desactivación del mismo.
Los efectos «negativos» más frecuentes de la técnica son el dolor post-punción, similar al de “agujetas”, en la zona del pinchazo y la posible aparición de un pequeño hematoma. Esta es, a su vez, una de las mayores ventajas de esta técnica ya que no se manifiestan efectos negativos como tal en los pacientes que se someten a ella. La técnica fisioterapéutica de la punción seca es algo revolucionario que ayuda día a día a muchísimos pacientes y es, a su vez, una alternativa a otras técnicas o procedimientos muchos más agresivos.
La punción hay que acompañarla siempre de otras técnicas o tratamientos, como la terapia manual y el ejercicio terapéutico. Las probabilidades de éxito son muy elevadas, especialmente si el material utilizado es el adecuado y si se deja esta técnica sólo en manos de profesionales formados en ella.
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